"Ética, sobre la moral y las obligaciones;
estética, de la belleza y el arte;
y otras cosas..."


martes, 26 de octubre de 2010

YO CONOZCO A ELADIO GARCÍA CASTRO

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Termina el mes de Octubre, y que mejor motivo para su recuerdo que la fiesta que preparamos en Cádiz al amigo Eladio, que disfruta ya de una merecida jubilación. Lo pasamos genial, nos emocionamos, nos reímos, bailamos, y nos alegró muchísimo el reencuentro con un montón de buenos amigos. El protagonista (como era de esperar) no se lo esperaba, y fue el que mejor se lo pasó de todos. A buen seguro.
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Entre los regalos recibidos por el bueno de Eladio, consta que le gustó mucho un Programa de Actuación, con varios Documentos, Cronogramas, y Libro de Firmas. Entre estos documentos, uno propio.
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Yo conozco a Eladio
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Así es. Podría haber dicho “Yo conocí a Eladio García Castro”, pero no me gustaría el carácter histórico con sabor a pasado, a pesar de tener motivos más que suficientes para aludir al personaje político de trasfondo, al que fue preso político y político clandestino de alias “Ramón Lobato”, al que lideró como Secretario General el Partido del Trabajo de España, al que se reunió con Felipe González antes de la Constitución de 1978 “para analizar la actual situación política, económica y social que atraviesa el país”, con reseña en El País diciendo que el encuentro “ha durado aproximadamente una hora y se ha celebrado en un clima de gran cordialidad”.
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Al respecto, bastaría decir que en internet Eladio tiene más entradas que Sara Carbonero, y suyas aparecen muchas fotos, una con pose incluido, e incluso tiene una reseña en la wikipedia. Sin más comentarios pues.
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Yo conozco a Eladio desde hace casi una década, cuando comenzaba él una nueva etapa profesional en la Junta de Andalucía, como haría uno mismo tres o cuatro años más tarde, y con Eladio precisamente, y con Fermín, o al revés, o viceversa, ya no sé muy bien. El caso es que en aquella ocasión un antiguo concejal de mi pueblo (Utrera para más señas), dijo de él ¡pero si es Ramón Lobato, el del PT, un histórico! Ese día comencé a ver la singularidad, la especialidad del personaje en cuestión, y por lo tanto nada de lo dicho al principio me podría sorprender a estas alturas.
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Con todo, a mí me ha sorprendido Eladio mismo. No sólo el Profesional: la estructuración de un discurso ideológico perfectamente armado, la transmisión de líneas estratégicas, la fidelidad y lealtad a la superioridad, al proyecto, la solución lúcida a problemas de difícil resolución, sus pulsos y apuestas ante propuestas complicadas y que asumía como cómplice, alguna que otra discusión ante situaciones incontroladas, solidariamente comprendidas a modo de lecciones y experiencias ante un ilusionante futuro de aprendizaje.
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De Eladio en todo este tiempo me ha ido sorprendiendo la Persona: su desorden dentro de un orden que el creía ordenado, a veces, con reuniones interrumpidas que nunca duraron más de una hora (la última fue la de Felipe González), la necesidad de concretar y no perder el tiempo, resumidas todas ellas en libretas en blanco o cuadrículas, escritas a lápiz (pero del bueno y capuchón metálico de marca) pero sin la seguridad de ser la misma de la reunión anterior, con intervalos o recesos fumadores, o para rellenar una botella de agua que no sabía si era siempre la misma, o porque se levantaba y te dejaba sólo y compuesto, y puede que volviera, o que no, y te dejaba a cuadros, como su cuadrícula de escribir o en blanco. Nos gusta el color blanco.
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Con todo lo dicho hasta ahora, con tanto halago, reconocimiento y admiración, todo no iba a ser bueno. Pero sí lo es, porque ya estaba hablando de la persona que conozco y porque es mejor recordar lo positivo, siempre lo positivo. Hablo de la persona que en esos intervalos o recesos, o levantás, yo ya no dejaba que se fuera sóla. Después de la primera media hora en la que debía sintetizar mis prioridades, me levantaba y me iba con él, a tomar un café, a beber agua, a dar un paseíto, y porque dejó de fumar, que si no acabo fumando también, yo que soy futbolista y maratoniano.
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Y cuento todo esto no en negativo, sino todo lo contrario. En esos momentos captaba al verdadero Eladio, el sevillano, afincado en la provincia de Cádiz, el admirador orgulloso y amigo de su hijo Ramón, el marido enamorado de la catalana Inma, el sobrino de unas tías sevillanas a las que adorar y para las que él era muy importante, y al revés también, el cocinillas y el fotógrafo, el gran conversador de historias pasadas con recuerdos revividos, de risa fácil e ironía inteligente, ácido en ocasiones, socarrón casi siempre, y el gran sevillista, forofo y entendedor futbolero del club de nuestros amores. Nos gusta el blanco, el blanqui-rojo, más blanco que rojo.
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Hace unos meses, Eladio a punto de jubilarse, me llamó. Me dijo que antes de irse quería pasar por el Polígono Sur, y vernos. También a Jesús, a Montse, y quería ver a Wylly y a Carmen, por supuesto. Y allí estuvo con nosotros el día de San Fermín, con Marina y Cristina de SURCO que también quisieron unirse, charlando, contando chistes, anécdotas, riéndonos todos, con la ayuda eso sí de varios litros de cerveza a las que convidó Miguel Giménez, unas patatas fritas y un cuarto de queso bofard que por allí teníamos.
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Allí, en el Polígono, al Sur del Sur, nos dejó su teoría de los tonos grises en nuestra tarea rehabilitadora hacia la integralidad: en la vida hay muchos grises entre lo blanco y lo negro. Nos gustaría que todo fuera blanco, que se fuera eliminando todo lo negro, pero hay que ser conscientes de que en esa gama nos movemos. Lo importante es que en el intento de conseguir lo blanco, vayamos arrastrando cada vez más tonos grises y cada vez menos negro. Cualquier planteamiento excesivamente utópico es irreal, pero ahí está nuestro reto, en la aspiración a las tonalidades cada vez más claras porque eso será bueno.
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Seguramente Eladio lo dijo todo de forma más corta y más concreta, pero ahí queda como idea, que no es poca ni baladí, y además, me sirve para rematar de cabeza y a la escuadra, o de chilena, recordando la época dorada del Sevilla F.C., pues ya está constatado que en esta década de la que hablamos como testigos coetáneos hemos vivido momentos grises, alguno también un poco más oscuro, pero igualmente hemos disfrutado del mejor fútbol, de los títulos dobles, nacionales y europeos, supercampeones, y sobre todo de las alegrías blancas compartidas, y a lo mejor ya no estoy hablando de fútbol...
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