"Ética, sobre la moral y las obligaciones;
estética, de la belleza y el arte;
y otras cosas..."


jueves, 16 de julio de 2015

EN MEMORIA DE SALVADOR DE QUINTA GARROBO


















En el día que se celebran fiestas tan marineras, se acuerda uno de alguien que estuvo muy cerquita de "La del barquito en la mano",  que para quien no lo sepa es Nuestra Señora de Consolación de Utrera. Esta es la muy personal y especial colaboración de la Revista Vía Marciala, Junio-Julio 2015.


Carta a Salvador

Querido Salvador:

Así he querido comenzar esta especial colaboración, con estas palabras. No había  escrito nada que mereciera la pena publicar en nuestra revista desde hace ya algún tiempo, precisamente el mismo motivo que postergaba el que me hiciera colaborador habitual, así que es un orgullo para mí retomar mi mensual artículo, aunque no exento de dolor y de emoción, y también de compromiso. Hacerlo en recuerdo tuyo, mi mentor, nuestro Director, con el que mantenía una relación literaria epistolar en sentido amplio, refuerza precisamente mi compromiso de seguir colaborando con uno de tus legados, con Vía Marciala.

Epistolar, efectivamente, porque gracias primero a las cartas en forma de correo electrónico, y después a los mensajes cortos de alguna que otra red social (pero pocos y no tantos), nos comunicábamos en los últimos años desde septiembre de 2010, porque yo soy de los que empieza siempre un correo, y una carta también, con el nombre del destinatario antecedido del adjetivo que denota el cariño o la estima, según el grado afectivo, y este caso, doblemente reforzados ambos sentimientos.

Desde que allá por 1996 comenzara a enviarte cosas escritas, muy puntuales, que se publicaron en la revista (las primeras en Cartas al Director), de recordarte después con tu cámara colgada en 1997 en Trajano, acompañando a tu padre y a su amigo y mi maestro don Antonio Sousa en el XXV Aniversario de la fundación del utrerano pueblo de colonización,  después de que nos conociéramos profesionalmente en mi etapa de gestor público hasta 2003, cierto es que cada cierto tiempo compartíamos un café, siempre muy cerca de Santa María, donde nos poníamos al día y donde casi siempre terminabas diciéndome que por qué no escribía para la Revista.  

Yo te escuchaba, siempre aprendiendo, compartíamos afinidades, culturales y deportivas, hasta de política y de políticos hablábamos, y disfrutaba de esos momentos. Algunos aún eran muy recientes tras mi etapa laboral en Utrera, muy intensa en lo personal y que siempre valoraste, incluida la forma en que me despedí, por medio de una carta, porque no podía ser de ninguna otra. A partir de aquí, fui yo el que valoraba permanente tu trabajo, culturalmente hablando, tu inquietud permanente, tus publicaciones, tus ediciones, tus presentaciones, las conferencias, y en general y en particular, tu amor por Utrera, o pasión, o las dos cosas a la vez.

Hoy, en tiempo presente, quiero decirte que entre café y café, escribía, y escribía mucho, casi como una terapia en algunos momentos muy complicados desde el punto de vista profesional y de mis responsabilidades, y que gracias a ti, mi referente cultural en Utrera, y gracias a Vía Marciala, he mantenido en los últimos años la dosis necesaria de vínculo vital con nuestro Pueblo, con nuestra Ciudad, siempre aprendiendo, esforzándome por mejorar e intentando aportar, junto a otras personas igualmente adictas a nuestra utreranidad, pues qué curioso, en todas ellas va implícito  ese gen o cualidad (se puede cultivar), de Utrera, utrerano o utrerana.

Después de tanto tiempo, quiero compartir con nuestros amigos y amigas de Vía Marciala, precisamente eso, el amor y la pasión por Utrera, en sus dos vertientes y que son totalmente complementarias, la del apego y el sentido de pertenencia a un lugar con su gente y su historia, y a la misma vez, la del inconformista crítico, no sólo como observador y testigo histórico,  sino como sujeto y agente con un campo de acción tan importante y a veces tan intangible como es la Cultura. 

Infinitas gracias, querido amigo Salvador. Que sepas que lo seguiré intentando, que lo seguiremos intentando, porque tú has demostrado que en el intento pertinaz de alcanzar un logro está la posibilidad real y efectiva de conseguirlo.