Soy un enamorado de la Radio, en mayúscula, desde que tengo memoria, de toda la vida. Después de un día duro, compensado por la familiar cena en familia, si caigo en la tentación-debilidad de pasar por el sofá, lo más seguro es que caiga rendido en el primer asalto con un tal Morfeo y que me despierte ya de madrugada y entonces, desvelado, sólo me quedará mi silencioso transistor con auriculares de mesita de noche, indestructible objeto anticaídas desde la cama consumidor de pilas de inagotables sorpresas, a veces mientras ya duermo, que me regalará emociones. Como la que comparto en esta ocasión.
Grandiosa, emocionante, cariñosa, respetuosa,... admirable entrevista. Después de oírla ya no pude dormir más. Sólo tenía ganas de que amaneciera para intentar ser mejor persona, trabajar más y mejor, quejarme menos y querer más.
Gracias por la visita,
por hacer que pronto lleguemos al número de cien mil.
Ya falta menos, aunque ya saben que soy más de letras,
y prisas no tenemos...
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