"Ética, sobre la moral y las obligaciones;
estética, de la belleza y el arte;
y otras cosas..."


viernes, 6 de octubre de 2017

SEÑALES DEL CAMINO


















¡A ver si digo lo que quiero decir! 

Comenzaré diciendo que el Camino de Santiago sorprende, en su sentido más amplio. Verán, una vez hemos hecho el Camino (nosotros sólo llevamos dos), se van sumando experiencias, se conocen personas, se tejen redes y se descubren afinidades. En esto, que hemos constituido una Asociación de Amigos del Camino de Santiago en Utrera, y hemos empezado a señalizar con la ayuda de nuestros Amigos en Cádiz, Paco Tena y su equipo de colaboradores asociados, y colaborando para que pronto haya más servicios y atenciones al peregrino, incluido un albergue en Utrera, mi ciudad y donde nací, y otro en Trajano, pueblo de colonización, mi pueblo por otra parte, por donde también pasa el Camino, pura casualidad o no tanto. La asociación  todavía no está totalmente constituida, pues aunque está reconocida por la Junta de Andalucía, aún no tiene C.I.F. ni está inscrita en el Registro Municipal de Asociaciones del Ayuntamiento de Utrera. En cuanto que pueda se hará.

La cosa es que el Camino de la Vía Augusta, partiendo desde Cádiz, aún muy poco conocido y que enlaza con el de la Vía de Plata en Sevilla, tiene un trayecto de más de 30 kms desde Las Cabezas de San Juan hasta Utrera, y en medio, pues en medio está mi pueblo Trajano, como un oasis. Antes se pasaba de largo, pero en el trayecto hay muy poca sombra y la verdad es que se hace un poco o bastante duro, sobre todo los días de mucha calor, como los que estamos pasando en este inicio del otoño.

Pues bien, el pasado sábado, día 30 de septiembre, llegó a Trajano un peregrino que venía desde Las Cabezas de San Juan proveniente de Medina Sidonia, en Cádiz. Con dolores en una rodilla, ya a mediodía, sabía que no iba a poder llegar a Utrera, a casi 20 kms, e intenta buscar un alojamiento, una cama para descansar y pasar la noche, nada más y nada menos. Pero en Trajano no hay alojamientos. Nada, no hay nada. Pregunta a algún trajanero y alguna trajanera, y nadie le da solución aunque muestran primero sorpresa y algún interés después. En esto que lo ponen en contacto con mi Señora Madre, de nombre Josefa, para todos Josefita, y para mí la primera y mejor hospitalera de la zona (y no digo más porque se me va notar que soy su hijo y mi madre es que es muy grande).

La suerte del peregrino fue esa, la de encontrar a Josefita.  Porque ella, ni corta ni perezosa llama a la alcaldesa pedánea de Trajano, que en ese momento no estaba en la localidad, aunque tampoco ofrecía solución alguna. Eso sí, tuvo la deferencia de llamarme, para ratificarse en su respuesta negativa cuando ya habíamos dado nuestra doméstica solución al peregrino, y para darse cuenta con mi vehemente reflexión telefónica de que algo tendremos que hacer, pensando en el futuro, porque edificios municipales hay para acondicionar para estos fines tan peregrinos, si no, hablaremos con el párroco, o con cáritas, o con la asociación de vecinos, y entre todos, alguna solución encontraremos o construiremos, digo yo. Porque peregrinos (y peregrinas, entiéndaseme) van a pasar por Trajano, y cada vez más.

Sigo con la historia. Y me llama a mí Josefita, muy apurada. Con mi madre tengo que hablar muy poco, porque nos entendemos casi sin palabras, valoramos la situación y parece que estoy viendo al peregrino, me lo pone al teléfono, de nombre Andrés, y le damos solución ipso facto: se quedará en mi casa. Yo vivo en Utrera, y voy todos los fines de semana, pero esa noche no nos íbamos a quedar en Trajano, aunque  pasaríamos por la tarde noche para saludar y conocer a Andrés. Mientras tanto, mi madre le había vestido la cama, le había llevado de comer para almorzar, y cuando llegamos por la noche, con algunos mostachones de Utrera y una palmera de huevo, mi familia al completo, nos encontramos al tímido peregrino, creo que al cincuenta por ciento sorprendido y agradecido, que por si no nos veíamos me había dejado escrita la siguiente nota, que leíamos más tarde, ya en Utrera:


Estuvimos charlando con él, conociéndonos, dándole información del Camino a Utrera al día siguiente, nos comentó que su idea era llegar a Sevilla para continuar en un futuro próximo desde Extremadura, de donde se tuvo que volver hace un tiempo cuando se rompió el talón de Aquiles, y ahora, habiendo partido desde su propia casa, desde Medina Sidonia, había temido volverse a lesionar, y por eso le era necesario descansar y pasar la noche en Trajano. 


Bueno, han pasado unos días, Andrés ya está de vuelta en su pueblo, y la verdad es que todos nos hemos enriquecido con la experiencia del primer peregrino del Camino de Santiago que pasa por Trajano y que necesita de nuestra ayuda. Primero porque Andrés siguió nuestras indicaciones para llegar a Utrera, pero detectó alguna que otra señal que inducía a error y que vamos a corregir. Después, porque le acompañamos en su llegada a Utrera e hicimos unos kilómetros del Camino, Rosalía y un servidor, y tercero, porque hemos comprobado que hay muchas cosas que hacer y mucho que cambiar. 





Conclusiones: Tenemos que dar a conocer el Camino de Santiago en Trajano, y en Utrera; tenemos que conseguir que haya alojamientos para peregrinos; tenemos que señalizar más y mejor; tenemos que conseguir plantar árboles para que haya más sombra, si podemos, pondremos bancos, pero bancos de los buenos, para poder sentarse y descansar, y sobre todo, tenemos que intentar que seamos más sensibles cuando alguien necesite de nuestra ayuda, esto último no como un fin, sin como un medio. Porque si la conclusión fuera que "es muy fuerte que hayas dejado tu casa a una persona que no conoces de nada", si eso fuera así, y esa frase me lo ha dicho alguien que me conoce y que es mi amigo, es que aún queda mucho camino por andar. 

Pues eso, Buen Camino, que todo se andará...

P.D.: Andrés ha leído el post que le hemos enviado como regalo y recuerdo, y se ha puesto muy contento, porque además nos comenta que hoy precisamente, 6 de octubre, es su cumpleaños, y  que es el mejor regalo que podía recibir. ¡Cosas que pasan!


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